Hemos decidido rescatar un tema valioso para la historia de
México y sus mujeres, esto por el pasado 17 de octubre; en esta fecha pero en 1953, durante el
gobierno de Don Adolfo Ruíz Cortines, se otorgó a la mujer mexicana la
ciudadanía sin restricciones, por lo que quedó capacitada para ejercer su voto
y postularse en puestos de elección popular, asunto vedado desde
mucho antes de la Conquista. Así, el género sexual de mayor número en el país
adquirió plenitud de derechos civiles y políticos conforme a las reformas de los
artículos 34 y 35 constitucionales. Pero además, les hablaremos de Doña Marina, Malintzin.
Se presume que el nombre original fue Tenépatl, también
conocida como Malintzin, la Malinche o Doña
Marina. Nació posiblemente en lo que hoy se conoce como
Coatzacoalcos - igual que Salma Hayek - en el estado de Veracruz, quizá en la
clase alta de la sociedad mexica. Según Bernal Díaz del Castillo, los padres de Malintzin fueron caciques de un pueblo
llamado "Painala". Otro historiador, Gómez de Orozco, supone que el
nombre de su padre era "Chimalpain", un cacique, noble señor que se casó,
según la costumbre, con una "señora de vasallos y Estados", también
de noble origen, llamada "Cimatl", cacique de Xaltipa, la cual según
se dice era "joven y hermosa", cosa que pudo haber heredado a su hija.
Malintzin fue parte de un tributo cedido al cacique Tabscoob
al resultar ganador, esa era la tradición entonces; siendo todavía niña, por lo que hablaba con fluidez su lengua materna,
el náhuatl, y la lengua de sus nuevos amos, la maya, pues servía en
calidad de esclava al cacique maya de Tabasco después de aquella
guerra entre los mayas de Potonchán y los mexicas de la zona de Xicalango.
Después de que Cortés derrota a los tabasqueños en la llamada
"Batalla de Centla", es
bautizada y se le impone el nombre de "Marina", que fue regalada a su
vez a Alonso Hernández Portocarrero,
uno de sus capitanes. Fue Cortés quien descubre que Marina hablaba náhuatl y empezó a utilizarla como intérprete
náhuatl-maya, ocupándose Jerónimo de Aguilar (náufrago español que había estado cautivo y que fue rescatado por
Cortés en Cozumel) de la traducción
maya-español. Así, con el uso de tres lenguas y dos intérpretes, se llevaron a
cabo todos los contactos entre españoles y mexicas, hasta que
Malintzin aprendió castellano.
Por fin, se acomodaba su identidad de Malinalli
Tenépatl, a Marina La Lengua, ambos -el primero en lengua Náhuatl y el segundo en castellano- en referencia a su
capacidad expresiva, esto es, su reconocida facilidad de palabra. Es
indudable que, más allá de su servicio como intérprete, Malintzin asesoró a los
españoles sobre las costumbres sociales y militares de los nativos, y
posiblemente realizó también tareas de "inteligencia" y
"diplomacia", jugando un papel importante durante la primera parte de
la conquista.
Pero
la labor más trascendente de doña Marina fue la evangelización, fue el primer
conducto real del que se valieron los españoles para introducir la fe católica
a la Colonia, sobre todo al comienzo de la conquista. Después vinieron
misioneros, aprendieron las lenguas, algunas costumbres y maneras de la región
mesoamericana. Fue entonces esa situación la que permitió a los indígenas considerarla diosa, al igual que los amos, y de tal consideración le
vino el nombre de Malintzin (venerable señora). A todos los grupos con que hizo contacto Cortés,
ya en guerra o en paz, les fue el vasallaje a Carlos V, rey de España, y
también la destrucción de los ídolos indígenas para convertirlos a la fe
católica, pero la que trasmitía el evangelio a los indios, de San Juan de Ulúa
en adelante, no era nadie más que Doña Marina de forma suave y sino se usaba la
fuerza.
En
el libro Historia Eclesiástica Indiana, una obra del siglo XVI, Fray
Gerónimo de Mendieta, de la Orden de San Francisco, dice:
"... débese aquí
mucho ponderar, cómo sin alguna duda eligió Dios señaladamente y tomó por
instrumento a este valeroso capitán. D. Fernando Cortés, para por medio suyo
abrir la puerta y hacer camino a los predicadores de su Evangelio en este nuevo
mundo, donde se restaurase y se recompensase la Iglesia católica con conversión
de muchas ánimas, la pérdida y el daño grande que el maldito Lutero había de
causar en la misma sazón y tiempo en la misma cristiandad. De suerte que lo que
por un parte se perdia, se cobrase por otra. Y así, no carece de misterio que
el mismo año que Lutero nació en Islebio (Eisleben), villa de Sajonia, nació
Hernán de Cortés de Medellín, villa de España; aquel para turbar el mundo y
meter debajo de la bandera del demonio a muchos de los fieles que de padres y
abuelos y muchos tiempos atrás eran católicos, y este para traer al gremio de
la Iglesia infinita multitud de gentes que por años sin cuento habían estado debajo
del poder de Satanás envueltos en vicios y ciegos con la idolatría..."
Cierto o no en
cuanto al propósito principal de los reyes españoles y de Cortés en la
conquista de México, el caso es que toda esa gloria que le aplauden no hubiera
sido posible sin la palabra de doña Marina. Quizá no sea necesario decir más
para darnos cabal cuenta, reconocer los servicios que prestó esta indígena a
los españoles, y a Cortés en especial. Si gustan pueden tomarse la libertad,
amigos lectores, de pensar que fue esta mujer quien conquistó al principal
conquistador de la Nueva España con su belleza y atributos, pues se dice que en
más de una vez valió más su opinión y deseo que los mismos capitanes porque,
dicen, el hombre estaba verdaderamente cegado.
Francamente, tanto México como España le deben mucho de lo que son ahora a esta indígena, la señora Marina. Al día de hoy la fe católica es de las más importantes entre los mexicanos y en el continente americano.
Actualmente, la belleza
de la mujer 'latina' es bien cotizada, de las tabasqueñas ni se diga. Ustedes
juzguen; ella es la embajadora de Jonuta, elegida en el certamen de belleza 'Flor de Oro Tabasco 2013', en una
de las tradiciones más importantes, la Feria Tabasco. Esperamos sus
comentarios.