Nutrirse
es suministrar a nuestro organismo por medio de alimentos, los nutrimentos que
requiere para un óptimo funcionamiento. Sin embargo, las dietas excesivas o mal
controladas pueden causar cuadros de desnutrición, anemia, atrofia muscular,
gastritis y deficiencias proteínicas, por mencionar algunos padecimientos. Una
dieta debe ser completa, suficiente y equilibrada, supervisada por un
especialista para no imponer al cuerpo una alimentación inadecuada.
El
organismo humano necesita más nutrientes durante ciertas etapas de la vida,
particularmente durante la lactancia, en la infancia y en la adolescencia
(etapa de desarrollo). En la vejez, las necesidades son menores, pero la
capacidad para absorber las sustanciases menos. Los pediatras señalan que es frecuente
e las primeras etapas de la vida el consumo insuficiente de proteínas, calorías
y otros, por lo que existe mayor riesgo de una desnutrición calórica-proteica,
una forma particularmente grave de este padecimiento que retarda el crecimiento
y el desarrollo. Posteriormente, en la adolescencia, aumentan los
requerimientos nutricionales porque también se acelera el ritmo de crecimiento
y entonces se requieren otros hábitos alimenticios.
Por otra
parte, en las personas mayores la capacidad de absorber alimentos también
cambia, lo que contribuye a la aparición de problemas como deficiencia de
hierro, anemia, osteoporosis y osteomalacia. Sumado a ello, estas personas
también pueden estar en riesgo de desnutrición debido a la soledad, a
minusvalías físicas y mentales, inmovilidad o enfermedades crónicas. El riesgo
de desnutrición es un factor importante para la salud de todos y que un médico
puede valorar mejor si se consulta regularmente.
Todo lo
que ingerimos a lo largo del día representa una medicina o un tóxico en
potencia para nuestro organismo. Entendido esto, una dieta básica sana es la
que proporciona niveles óptimos de nutrientes para el mantenimiento y
regeneración del organismo.
Entre
los alimentos obligados y la cantidad recomendada por los especialistas de
forma general, se encuentran:
- Aguas minerales, jugos naturales y frutas completas (ocho vasos grandes al día, cualquiera de los dos, o bien, cuatro raciones diarias respectivamente)
- Verduras y hortalizas crudas, al vapor o al horno (una ración cruda y otra cocida al día, como mínimo).
- Cereales integrales como el arroz, trigo, avena, pan, etc., y legumbres como las lentejas, garbanzos, frijoles, chícharos, entre otras (dos raciones diarias).
- Aceite de olivo, aceite de lino (diario).
- Pescados como el salmón, arenque, sardinas, boquerones, caballa, trucha – los cuales se pueden sustituir por una cucharada diaria de aceite de lino – (dos o tres veces por semana).
(Plato del buen comer) |
Sin
olvidar la consulta regular al médico, hay que tener presente que para el
mantenimiento de la salud y prevención de padecimientos es importante el aporte
adecuado de nutrientes al organismo.
“Por hambre vuelve el hombre sobre los
laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola” -
Miguel Hernández (“El Hambre”, El hombre acecha)
Sabemos
a ciencia cierta que la carne humana es carne y no es tóxica. ¿Así se acaba la
historia? Biológicamente, el carácter omnívoro del hombre puede observarse a
nivel de especie. El conjunto que todos los seres humanos comen o pueden comer
es amplio y heterogéneo. Sin embargo, está constituido por un gran número de
pequeños conjuntos restrictivos específicos de cada cultura y que se superponen
en medida mínima como demuestra la ausencia casi total (debido a la
intolerancia lactosa) de la leche y sus derivados en gran parte de las culturas
asiáticas frente al papel emblemático de la leche y del queso en las grandes
cocinas de la Europa Occidental.
Supervivientes del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya. |
Ser
humanos significa, pues, también rechazar ciertos alimentos. Sentimos
repugnancia por ciertas comidas e incluso por quienes no compartan nuestra
actitud o moderación, y tal vez los lleguemos a despreciar. Al entrecruzarse
las culturas, las aguas se enturbian por la incongruencia de la categoría
“alimento” de cada una de ellas: las personas que no rechazan como comida
aquello que nuestra cultura ha excluida de dicha categoría nos ofenden a nivel
social y personal, del mismo modo en que, sin duda, les ofendemos nosotros a
ellos. Pensemos en los perros y en los cerdos, animales sociales inteligentes
que hasta no hace mucho tiempo se tenían al lado de las casas, en particular
en las localidades rurales. El consumo efectivo o imaginado de uno y no otro
provoca un vivo disgusto – y viceversa – en individuos que pertenecen a
ambientes distintos, y así es como podemos entender hasta el origen de un individuo, por el contexto cultural de sus alimentos, su manera de prepararlo y las maneras para comerlo entendiéndolo como parte de su soberanía alimentaria.
#TabascoEsCultural
Plataforma Online
de Artes y Cultura de Tabasco
Las ancas de rana son excelentes, sí.
ResponderBorrarEl comer bien y balanceado en raciones adecuadas es de lo más difícil, pero hay que poner empeño en hacerlo.
Así es, Alexander, coincidimos contigo. Y verás, pregúntaremos en Twitter y Facebook si alguien ha probado las ancas de rana en Tabasco, que hay muchísimas, y seguramente muchos ni siquiera las han probado cuando en otros países es un platillo distinguido y costoso.
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