Por Jorge Rivero Zapata/Franco de Aldecoa.
> Casi dos toneladas de harina son arrojadas en el arranque del carnaval más impresionante del estado de Tabasco. En el municipio de Tenosique cientos de personas de diferentes edades quedan cubiertas con capas de harina, huevo y agua, mientras esperan ansiosas el inicio de las festividades de carnestolendas, famosas por las danzas rituales de “El Pochó” y “Los Blanquitos”. Estas costumbres son exclusivas de Tenosique, pequeña ciudad tabasqueña situada en la margen derecha del caudaloso río Usumacinta, en medio de la encrucijada que forman los estados de Campeche, Tabasco y Chiapas y el Departamento del Petén, de Guatemala.
Entre las costumbres peculiares de esta región hay una que se distingue por el hecho de que ha conservado, a través de tantos años, sus caracteres primitivos, a pesar de sus complicadas ceremonias; esta costumbre consiste en una danza denominada “El Pochó”, que se lleva a cabo durante los días de carnaval, principiando el 20 de enero, día de San Sebastián. El carácter mítico de esta danza es indudable y se considera que sus orígenes se remontan al tiempo anterior a la Conquista, ya que los indígenas la practicaban como parte de una ceremonia religiosa del culto a sus dioses. Cuando los conquistadores convirtieron a los indígenas al cristianismo, esta danza siguió ejecutándose, pero desde entonces la relacionaron íntimamente con la religión católica, aunque sin formar parte del culto, y es así como se conserva hasta nuestros días. El Pochó consiste en una serie de danzas y otras ceremonias ejecutadas al compás de una música melodiosa y triste, producida por un pito hecho con caña de carrizo, acompañado de tambores; todo esto simboliza la purificación del hombre a través de la lucha entre el bien y el mal. Los personajes de estas danzas son los “cojoes” (hombres), las “pochoveras” (doncellas) y los “tigres”.
> Casi dos toneladas de harina son arrojadas en el arranque del carnaval más impresionante del estado de Tabasco. En el municipio de Tenosique cientos de personas de diferentes edades quedan cubiertas con capas de harina, huevo y agua, mientras esperan ansiosas el inicio de las festividades de carnestolendas, famosas por las danzas rituales de “El Pochó” y “Los Blanquitos”. Estas costumbres son exclusivas de Tenosique, pequeña ciudad tabasqueña situada en la margen derecha del caudaloso río Usumacinta, en medio de la encrucijada que forman los estados de Campeche, Tabasco y Chiapas y el Departamento del Petén, de Guatemala.
Entre las costumbres peculiares de esta región hay una que se distingue por el hecho de que ha conservado, a través de tantos años, sus caracteres primitivos, a pesar de sus complicadas ceremonias; esta costumbre consiste en una danza denominada “El Pochó”, que se lleva a cabo durante los días de carnaval, principiando el 20 de enero, día de San Sebastián. El carácter mítico de esta danza es indudable y se considera que sus orígenes se remontan al tiempo anterior a la Conquista, ya que los indígenas la practicaban como parte de una ceremonia religiosa del culto a sus dioses. Cuando los conquistadores convirtieron a los indígenas al cristianismo, esta danza siguió ejecutándose, pero desde entonces la relacionaron íntimamente con la religión católica, aunque sin formar parte del culto, y es así como se conserva hasta nuestros días. El Pochó consiste en una serie de danzas y otras ceremonias ejecutadas al compás de una música melodiosa y triste, producida por un pito hecho con caña de carrizo, acompañado de tambores; todo esto simboliza la purificación del hombre a través de la lucha entre el bien y el mal. Los personajes de estas danzas son los “cojoes” (hombres), las “pochoveras” (doncellas) y los “tigres”.
Según el argumento, los cojoes son criaturas superiores de la
naturaleza, en quienes los dioses han depositado rasgos positivos y negativos; el
dios maligno llamado Pochó desea
la destrucción de los hombres y envía a lostigres a
eliminarlos; el grupo de pochoveras actúa ambiguamente, primero como
enlace entre el Pochó y los seres terrestres, y después como mediadora entre cojoes
y tigres. Los tres grupos de personajes deciden finalmente“recoger sus pasos”,
es decir, desandar su vida de actos reprobables, y destruir con ello, dentro de
sí mismos, al dios Pochó. Esto último se simboliza con el hecho
de quitarse las máscaras en el mismo sitio donde, al
ponérselas, habían absorbido sus rasgos negativos, y de ir
arrojando, en una carrera por varias calles, las vestimentas vegetales que
constituyen el vestuario de los cojoes. Se trata, entonces, de un retorno
a la inocencia mediante un acto de purificación.
Este argumento, a excepción de la última escena, que se representa
sólo el martes de
carnaval, se
repite varias veces a lo largo de los recorridos por la ciudad. El número
de ejecutantes de esta danza es variable. Al comienzo de los festejos son
aproximadamente cincuenta varones, en su mayoría jóvenes y niños;
pero en la culminación del martes de carnaval hay más de mil cojoes, unas veinte pochoveras y diez tigres.
En cuanto a la indumentaria ritual, los cojoes usan sombrero
de palma cubierto con flores y hojas largas y frescas de cañita, dos pañuelos
amarrados a la cabeza y el rostro cubierto con una máscara de madera; llevan un
costal de henequén sobre la camisa; una toalla o paño sobre los hombros;
guantes (o calcetines que hacen la misma función de cubrir las manos); faldilla
de grandes hojas secas de castaño, entretejidas en una cuerda amarrada a la
cintura, y polainas de hojas de plátano secas (“sojol”). Las pochoveras visten
sombrero cubierto de flores, blusa blanca, falda floreada, un manto o paliacate
sobre los hombros y collares.
Finalmente, los tigres llevan todo el cuerpo, a
excepción del cabello y la espalda, embarrado de tierra amarilla (“sacab”) con
manchas negras redondas aplicadas con la boca de una botella o con la tapa de
un frasco pequeño; sobre la cabeza y los hombros portan una piel de ocelote o
jaguar, y a la altura del hocico del animal, una flor roja. Loscojoes utilizan varios
accesorios, como bastones, sonajas (“shiquis”), recipientes con harina o
agua e incluso objetos obscenos. Hay que mencionar que
existe un personaje llamado “capitán” (anteriormente era conocido como
“juez”), que se encarga de conservar la tradición y el fuego
sagrado, y de que se lleven a cabo todos los ritos correspondientes.Para
nombrar al “capitán del Pochó” la comunidad se pone de acuerdo sobre
la persona en quien recaerá el nombramiento del año siguiente, que es siempre
un indígena renombrado,
y luego se da cita tumultuosamente frente a la casa del elegido, arrojando al
techo piedras, botellas, naranjas y otros objetos. El propietario sale a la
puerta y anuncia que acepta el cargo. Por último, al llegar la noche la gente
se instala en la casa del capitán saliente para asistir a la “muerte del Pochó”, que desde ese
momento cae gravemente enfermo.
Esta ceremonia se desarrolla como un velorio, donde se recuerdan los incidentes de
la temporada mientras se consumen tamales, dulces, café y
aguardiente, todo esto
acompañado por el ritmo de los tambores, durante toda la noche
del martes.
Al despuntar la mañana del miércoles de ceniza,
el toque de los tambores se va haciendo más lento y finalmente calla ante la
muerte del Pochó, así que todos se despiden hasta el próximo año.
Antiguamente, el aprendizaje de este ritual se realizaba por
imitación, pero en la actualidad existe una escuela autorizada por la comunidad en la que se preserva
y difunde esta danza, bajo la dirección del conocido “maestro
Felipe”. Que en paz descanse
Por otra parte, en lo que se refiere a la danza de “Los
Blanquitos”, que
también se lleva a cabo durante el carnaval, se trata de una danza
mestiza de protesta que
probablemente tuvo su origen en la región del Petén guatemalteco,
entre los negros que trajeron como esclavos los conquistadores españoles. Se
cree que pudo ser introducida a Tenosique
hacia el año de 1890 por un personaje de nombre José
Pérez.
La danza consiste en que entre 10 o 12 danzantes vestidos con pequeños
calzones de manta y con el cuerpo embarrado de un lodo calizo (“shosclok”),
tratan de imitar la piel de los amos blancos, para ridiculizarlos, como una
forma de protestar contra el mal trato que éstos daban a los esclavos negros en
el duro trabajo de talar la selva para obtener las maderas preciosas que los
españoles explotaban.
Los danzantes, denominados “blanquitos”, lucen en la cabeza un penacho
cilíndrico con papel picado de colores y llevan
tatuada en el pecho y en la espalda una cruz de achiote que simboliza la
religión cristiana de los blancos; éstos son maltratados por un capataz
negro que se hace acompañar de sus esposas y que los fustiga durante la danza
para hacerlos trabajar. Los “blanquitos” se la pasan quejándose a lo largo de
la representación.
Estas
costumbres, únicas en la región y en toda la República, aún se mantienen vivas
con toda su carga de simbolismo y tradición y se pueden presenciar durante los
festejos de carnaval que se celebran en el municipio de Tenosique, Tabasco.
#TabascoEsCultural
Plataforma Online de Artes y Cultura de Tabasco