Hay 842 millones de personas en el mundo que padecen de desnutrición crónica, en un planeta que produce alimentos para 12 millones, y más de 650 millones de personas se dedican a la agricultura para que gran parte de lo que hacen termine en la basura.
El desperdicio de alimentos
tiene graves implicaciones para la sociedad. Se gasta mucho tiempo y dinero en
alimentos que terminan por no consumirse y contaminando el ambiente; en
descomposición contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero en la
atmósfera. Además, los impuestos que se pagan por la recolección, el transporte
y el relleno sanitario de todos los desechos que se desperdician.
Es por esto que se
recomienda cocinar de manera eficiente. Tu ‘impacto ambiental’ es la energía
necesaria para preparar y cocinar los alimentos. De acuerdo con diversos
programas de ahorro, utilizar tapaderas cuando cocinas – por ejemplo, para
hervir agua – puede reducir la energía que utilizas en un 14 por ciento. Para
preparar tus alimentos, puedes utilizar utensilios más pequeños y de mayor
eficiencia energética, como una olla de cocción lenta para prepara casi
cualquier cosa, desde botanas hasta guisados.
También puedes cocinar con
un pequeño horno eléctrico: son perfectos para asar verduras o calentar minipizzas.
Y que tampoco te dé miedo utilizar un poco la ‘fuerza bruta’; si puedes, bate a
mano los huevos con una batidora de globo, por ejemplo; o puedes usar abrelatas
y extractores de jugos manuales en lugar de conectar los aparatos eléctricos.
Para conservar el agua, se
recomienda preparar tus alimentos al vapor con sólo una pequeña cantidad en
lugar de hervirlos en una olla llena de agua que a fin de cuenta tirarás.
Algunas de las ventajas de prepara los alimentos al vapor son que los vegetales
permanecen suaves pero crujientes y que se conservarán las vitaminas y
minerales que se pierden en el agua que hirvió.
Otra opción es considerar
días libres de alimentos cocinados, de disfrutar de alimentos como el yogur con
granola para desayunar, preparar un sándwich para el almuerzo y a la hora de la
cena pensar en nutritivas ensaladas frescas. Los cortes de carne magra son
excelentes fuentes de proteínas, hierro y vitaminas, pero se necesitan más
recursos para producir carne que con los insumos necesarios para los granos,
las frutas o las verduras. Descansar de la carne al menos una vez por semana y
considerar frijoles, lentejas y nueces pueden brindarte los mismos nutrientes
que la carne, y además aumentando la ingesta de fibras.
Procura consumir productos
de temporada. Además de ser más frescos y económicos, ayudas al medio ambiente,
ya que de esta manera se reduce el número de cultivos intensivos que agotan la
tierra, así como la contaminación generada por el traslado del campo hasta tu
mesa. Y puedes llevar esto un paso más allá y pensar en tu propio medio de
transporte cuando vayas de compras. De ser posible, camina, trasládate en
bicicleta o, si tu trayecto es un poco más largo, toma algún transporte público
para ir a comprar productos con los que surtirás tu despensa (por supuesto, con
bolsas reciclables, de tela o una mochila).
Pero lo más importante es
evitar tirar la comida. Los alimentos que se desechan terminan en tiraderos de
basura y durante su proceso de descomposición producen metano: un gas de efecto
invernadero que contribuye al cambio climático. Te sugerimos hacer una lista de
compras y adquiere solamente lo que necesitas, a fin de no desperdiciar nada.
Guarda tus alimentos debidamente, congela los que no vayas a consumir pronto y
recuerda siempre la creatividad con los sobrantes.
¿Tienes algún otro consejo que puedas compartir con la comunidad?
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